Joyas prestadas es una selección que reúne lo último de la producción plástica de este joven y gran creador, Amador Montes; la obra propone una clara continuidad con sus series anteriores en las que el artista rescata del mito una fuerte carga de la tradición que lo vincula con el origen a través de una poética expresada con su característica delicadeza lírica.
Sin embargo y a diferencia de lo anterior, ésta pretende ser una selección de relatos visuales construidos sobre pequeñas historias que se forman a partir de objetos votivos, religiosos o no, como: encajes, páginas de libros, relicarios, fotografías antiguas, etc. Elementos, cosas o representaciones gráficas de gran valía para el propio artista, que acceden a través de la integración a su obra plástica a lecturas profundas, ya que las mismas acuden a la composición con su propia carga histórica-estética para completar con su poder de significar o de decir, como citas o frases destacadas de una narrativa atractivamente compleja.
Cada pieza de esta extensa serie denominada Joyas prestadas de Amador Montes, son fragmentos que presentan una lectura dilógica, ya que por una parte se expresan de forma independiente por su valor dentro de la estética sígnica, y por la otra construyen o se integran al discurso total, como si se trataran de una letra de un abecedario visual o páginas de un diario que se inscribe sobre el lienzo.
En ese sentido, cada elemento apropiado en “préstamo”, conforma parte fundamental de la metáfora, ya que son en sí mismos la mímesis del objeto real al que se representa, ejemplo claro de ello se aprecia en la obra denominada Composición, en la que la partitura constituye la imagen del canto del ave que se sobrepone a la misma. Esta forma de imitación es definida por Aristóteles como un traslado de un nombre de una cosa al de otra cosa, o del género a especie o de la especie al género o de la especie a otra especie, o según la analogía que se pretenda.
Al tomar imágenes o elementos preexistentes para conformar una nueva lectura, también se delata al creador como un recolector permanente, un buscador de formas y contenidos, que los recicla
y los revalida, para lo cual vale citar lo dicho por Roland Barthes en su libro Mitologías: cada objeto del mundo puede pasar de una existencia cerrada, muda, a un estado oral abierto; ninguna ley natural
o no, impide apropiarnos de las cosas.
Es así como Amador Montes se inscribe de forma personal en la búsqueda de modelos del pretérito, y partir de eso, conformar una imagen que aborde a la vez el presente y el pasado, explorando una vena del arte en la que la apropiación de formas anónimas y personales reivindicadas dentro de su propia creación, conforman una nueva práctica, cuyo sentido se halla en generar una conversión de los elementos gráficos apropiados y situarlos en oposición categórica con sus costumbres
y sus mitos, los de su tierra natal Santa Ana Tlapacoya, Oaxaca; provocando así en el espectador una profunda nostalgia, generada por la reconstrucción del mito a través de una narrativa novedosa que fusiona el pasado el pasado personal con la fabulación colectiva.
Rafael Alfonso Pérez y Pérez
subdirector del museo de arte de la SHCP